“…nos enteramos de la lucha que inició
don Francisco de la Cruz y le dijímos que no teníamos casa que si nos daba
vivienda, y él nos dijo vénganse porque por eso estamos luchando, porque somos
mexicanos y tenemos derecho a una vivienda digna.”
Josefina Jiménez Rodríguez.
67 años
Rogelio Naranjo, Periódico Excelsior, 27
Hablar de los
antecedentes del campamento nos remite a conjuntar tanto la memoria histórica
como la colectiva, así comenzamos revisando la década de los años 60’s en que
dos problemas relacionados con planes de “Reformas” se relacionaron: el inquilinario
y el agrario. Ambos propiciaron que “unas
18 mil personas originarias de Puebla, Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala y el Estado
de México [fundaran] la Unión de Colonos de Iztacalco e Iztapalapa Zona
Expropiada, entonces calificada como ciudad perdida”.[1]
“De ahí donde yo soy, ¡puro cerro de pajaritos que
cantan y coyotes que ahuyan que iba yo a hacer aquí!, yo soy de rancho. [Aquí] trabajaba
en casas ricas lavando pisos hincada, con un cepillo, lavando ropa y
planchando, así pasé mi vida porque mi marido no sabía leer tampoco. […] La
necesidad misma me hizo venirme…”[2]
[María Luisa Paredes, 78 años]
Se trataba de
campesinos que emigraban a la ciudad de México para buscar mejores opciones de
sobrevivencia, en virtud de que eran víctimas del latifundio, la explotación y
la miseria[3];
era necesario el parcelamiento de tierras[4], las familias
campesinas obligaban a los jóvenes, mayores de 15 años, a trabajar al lado de
sus padres y a sobrevivir con un solo ingreso y eso solamente durante los
períodos de siembra de lo contrario el primer trimestre del año y de julio a
octubre la mano de obra agrícola emigraba a la ciudad[5]
para satisfacer el “derecho del hombre al
sustento diario […] el primero de todos los derechos”, en palabras de López
Mateos, quien fomentó la apertura de CONASUPO para abastecer de alimentos
básicos zonas campesinas en las que la desnutrición era “la consecuencia más inhumana de la pobreza”[6] a la par que
Rojo Gómez presentaba un plan de acción para acelerar la Reforma Agraria.[7]
La tasa de
natalidad se había incrementado y la de mortalidad decaído, la población se
había triplicado; de 1.8 millones a 4.8, y la población emigrada recibía
salarios demasiado bajos para pagar una vivienda digna, sin contar que además
eran insuficientes.[8] Esta
situación provocó el surgimiento de colonias olvidadas carentes de servicios,[9]
no en vano se leían en los diarios como “El Día” pequeñas notas como “Del antiguo y loridio Ixtacalco a las
misérrimas colonias Tlacotal y Bramadero”[10],
o “En Ixtapalapa los escolares conviven
diariamente con la miseria y el hambre”.[11]
Por esta razón el gobierno, a
través de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CNIC) puso en
marcha un programa de “Habitación
Popular” el cual construía 20 mil viviendas por año.[12]
“Estuve
viviendo en Cuernavaca, vine de 16 [años] por primer vez. Está uno en malas
condiciones económicas y no [se] puede alquilar un cuarto decoroso; y a raíz de
eso me vine acá [al Campamento].”[13]
[Daría Menez, 84 años]
En 1962, 32 mil familias fueron desalojadas de diferentes zonas de
Iztacalco y expropiadas sus tierras por el gobierno quién vendió 80 hectáreas
para comenzar la construcción de viviendas populares. En 1967, la Unión de Colonos, llamados guerrilleros por la
Dirección Federal de Seguridad (DFS), formaron brigadas y se dividieron en 8
zonas: Santa Cruz, Nueva Apatlaco, Nueva Rosita, Atlazolpa, La Purísima, Zapata
Vela, Bramadero y El Mosco; tenían medios efectivos de comunicación y
organización para llamar a sesionar[14].
Los períodicos mencionaban el
fuerte problema de migración campesina a la urbe y la incapacidad del gobierno
para dar solución al problema de vivienda.
El 1o de mayo de 1973[15]
el gobierno inauguró “Infonavit Iztacalco” y los colonos fueron golpeados por
granaderos. Finalmente el 10 de marzo de
1975 se constituyó la Asamblea permanente de la Unión de colonos
Iztacalco-Iztapalapa, cuya lucha social inició con 5,000 familias
llamadas por terceros paracaidistas, intransigentes, mientras ellos se
autodenominaban “gente
de conciencia a favor de todos los desposeídos”; cuyo lema era “Iztacalco-Iztapalapa serán nuestros hogares
o nuestras tumbas”; adoptaron el
nombre de campamento dos de octubre en virtud de que durante la represión
gubernamental de 1968 varios integrantes y dirigentes del movimiento
estudiantil se refugiaron en la zona
expropiada carente “de calles, alumbrado
público, tomas de agua domiciliarias, botes de basura, habitaciones dignas ni
todo aquello que un ciudadano puede aspirar en cuanto a urbanización y algunas
garantías individuales.”[16]
“…oficialmente el 10 de marzo de 1975 a las 11 de la
mañana se toma la tierra y comienza a llegar gente de diferentes lados con
palos, hules, láminas viejas y se empieza a llenar. Desde 1962 Adolfo López
Mateos lo expropia para causa de actividad pública, construcción de vivienda
para gente de escasos recursos. Antes ya se habían construido […] en el
infonavit edificios para la gente, cuando nos damos cuenta […] buscamos la
forma de que se le dé la utilidad a la tierra [...]. A partir de marzo del 75
nos convertimos en Campamento dos de octubre. [fundado por gente de] las
colonias cercanas: la Tlacotal, la Ramos Millán, la Agrícola Oriental, El
Mosco, la Zapata Vela, El Triunfo y de los alrededores…[17]
…Antes hablábamos de la Unión de Colonos de Santa Cruz Iztacalco Iztapalapa; a
raíz de ese día se constituye en Asamblea Permanente y arranca la lucha fuerte
por la obtención de un pedazo de tierra para vivir, hubo muchos muertos, muchos
desaparecidos, las compañeras se agarraban al tú a tú con los granaderos, por
lo regular los hombres se iban a trabajar y a ellas les tocaba la situación más
fuerte... Fue uno de los primeros movimientos urbanos en el DF y practicamente
el arranque de las luchas populares. Nos apoyaban compañeros de las prepas
populares, del CCH…”[18].
1975 fue proclamado el
año Internacional de la mujer, y en el períodico “El Día”[19]
del 15 de marzo, 5 días después de la toma de la tierra del Campamento, se
publicó en toda una plana el llamamiento al congreso en Berlín y a participar contra
todas las formas de discriminación que constituían una violación de los
derechos humanos; los temas preocupantes a tratar eran:
- -Igualdad de derechos de las mujeres
- -Mujeres y desarrollo
- -Mujeres en la sociedad
- -Mujeres y paz
- -Solidaridad e independencia nacional
- -Cooperación y acciones comunes
México no consideró en ningún
momento dicho acontecimiento a favor de las mujeres del Campamento quienes
fueron consideradas de la periferia,
excluidas, sin presencia, marginadas, por no ser parte central o nuclear de la
ciudad. Ellas fueron testigos de la opresión y represión que se construyó
socialmente en espacio y tiempo determinados (Calvo Adelina, 2006). La mujer
del campamento vivió excluída socialmente durante la fundación y lucha del
territorio. Calvo (2006) explica que la exclusión es un fenómeno
multidimensional que afecta a una misma persona o colectivo en diferentes
dimensiones: laboral, económico, residencial, espacial, etc., y al final niega
el o los derechos de ciudadanía. Por lo que al verse afectada no solo su
integridad y derechos individuales sino familiares y comunitarios, el resultado
fue la organización y participación activa en la movilización social.
Colon@s del Campamento en reunión semanal 10 de junio de 2010, Foto Claudia Mena.
El Campamento comenzó su lucha social con migrantes originarios de la zona centro de la república, quienes rentaban o vivían con familiares en diferentes colonias del noreste y este de la ciudad, quienes se trasladaron a las zonas de la Viga y Apatlaco siendo aún tierras de cultivo y chinampas, emprendieron acciones colectivas a través de la organización de doce grupos
[21] con tareas específicas, hicieron su propio censo y establecieron una gestión interna, con un lider al que respetaron y siguieron, don Francisco de la Cruz Velasco, crearon lazos de solidaridad además de vecindad, se vieron así mismos como una gran familia; lucharon por y en un territorio con delimitaciones claras.
“… la gente venía para apuntarse
conmigo, y yo le decía a don Pancho ya hay tantas personas, él me decía pásales
lista. Dari su hija pasaba la lista y gracias a Dios y a don Pancho, todos
vivíamos como una sola familia…”[22]
[Aurora Roa, 85 años].
“… cuando se tomó la tierra
en 1975, se credencializó a toda la población, a los habitantes que estabamos
esperando un pedazo de tierra para vivir dignamente…”[23]
[Ma. Elena Cortés, 58 años]
“… por don Pancho y por
nuestra lucha tenemos aquí, por nuestro trabajo. Pero él inició, fue un buen
lider, ¡un buen lider! ¡él, mis respetos para él! … aquí por ejemplo era área
verde [y yo] con otra señora de aca atrás, no nos dejaban [instalar], nos
decían ¡que ahí no y que ahí no!; pero él dijo ¡aquí te quedas y aquí te quedas!”[24]
[Evangelina Romero, 59 años].
“…la mitad de los habitantes
andabamos en los rondines al rededor del campamento y una parte en las oficinas
para proteger a nuestro dirigente que no nos lo fueran a matar o a encarcelar o
a hacer algo; y fue casi un año de estar trabajando día y noche, no nos
quitábamos los zapatos, nos dormíamos con ellos por las represiones…”[25]
[Ma. Elena Cortés, 58 años]
Durante
los años del conflicto, podemos decir que el Campamento fue un espacio
construido y defendido conforme a necesidades y perspectivas de las mujeres;
los servicios o áreas montadas satisfacían sus prioridades; tal fue el caso de
la construcción de la cocina, los lavaderos, la cooperativa y el kinder. Así
mismo las estrategias de defensa fueron diseñadas en base a sus habilidades y
herramientas.
“… yo vivía con mi suegra,
en ese entonces aquí venía la montada y nos tiraba las chozas que teníamos de
pura lámina y puro hule […] entonces herví agua con cal para aventarle a los
granaderos, a esos de la montada para que no me tiraran mi choza pues ahí yo
tenía a mis dos niños […] estuvo muy trágica esta lucha”. [Evangelina Romero,
59 años].
“… ya en la gasolinera se
nos metiron los de la caballería, yo me puse a hervir ollas con cal para
defendernos y quien sabe cómo me hirieron o me atarantaron y fui a dar a la
Cruz Roja, ya en la tarde me vine, sufrimos mucho aquí, yo no puedo olvidar.”
[Ma. Luisa Paredes 78 años].
Antes
de convertirse en Campamento 2 de octubre,
la Unión de Colonos era ya una comunidad que mantenía relaciones solidarias y
compartían un conflicto que consistía en la defensa de la tierra; sesionaban en
el centro social Leopoldo Méndez, el cual al ser quemado trasladaron sus juntas
al teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM en donde se
reunían cada ocho días. En una de esas sesiones la mujer deja el mundo privado,
para convertirse en protagonista y
detonante de lo que sería uno de los inicios de las luchas populares:
La mujer del campamento convive en el mundo
privado y público ya que desempeña sus labores de madre, esposa, hermana o hija
en la cocina, la cooperativa; y a su vez levanta la voz en las calles, marcha,
botea, toma embajadas, participa en mítines, defiende la tierra, construye sus
viviendas y se enfrenta a los granaderos. (Fotogramas del video "Campamento 2 de octubre Nuestras casas o nuestras tumbas" de Vientos de abajo.)
“Yo empecé a luchar con don Pancho desde 1967 cuando aún
eran chinampas, tuvimos nuestro Centro Social Leopoldo Mendez donde se hacían
las juntas, nos lo quemaron, nos dieron permiso de sesionar e ir con toda la
gente al autogobierno de arquitectura, al teatro, allí se hacían las juntas
cada ocho días, había un campo de futbol y a raíz de un problema con dos
compañeras: Juanita y Lucha que vendían sus frutitas con quienes llegó la
policía y les quitó todo. El aviso llegó a la Universidad y allí decidimos
tomar la tierra a las 11 de la mañana, nos venimos rumbo a lo que ahora es el Campamento.
De ahí a luchar brazo con brazo, no respetaron nada ni a nadie, ni a amparados,
todos éramos tratados por igual. Habíamos muchas mujeres jóvenes, entre ellas la
difunta Cayetana, ¡que eran de veras entronas!..”[1]
[Felicitas Escalante, 79 años]
En la lucha los hombres
corrían el riesgo de ser detenidos, golpeados o desaparecidos; por lo tanto, mientras ellos salían a trabajar, las mujeres
participaban de manera activa como estrategas en la defensa y enfrentamiento
contra granaderos, como entes de cohesión al desarrollar actividades que
fomentaron la confianza, el apoyo y la unidad; además de la cocina comunitaria
y la cooperativa hacían guardias diurnas y nocturnas, organizaban los boteos,
marchas mítines, tomas de embajadas, introducción de materiales y construcción
de sus viviendas, además de establecer un kinder para sus hijos en virtud de
que éstos eran víctimas de la discriminación al ser rechazados de las escuelas;
se dio el parentesco y la vecindad, el conocimiento de
los miembros que confían mutuamente entre sí, compartiendo vida cotidiana y
trabajo, desarrollando actividades en un paisaje, que si por el momento
no lo amaban, al menos lo defiendían.
“La que anduvo en la lucha
fue mi mujer, yo venía a verla, casí yo no entré porque a los hombres nos
agarraban, pero mi mujer hizo la lucha desde que se empezó”.[2]
[Felipe Basco]
“…hacíamos rondines y en
esos rondines les dábamos café a los granaderos para que no nos golpearan, para
poder meter palitos, láminas, hules para poder hacer las chocitas; y solamente
así, por debajo. Sus jefes los regañaban, pero ellos se hacían de la vista
gorda, como que no se daban cuenta, ellos ya habían hecho arreglos con nosotras
y nos dejaban pasar las cosas; en momentos de lluvias arrastrando las cosas en
los pies y con un lazo...” [Ma. Elena Cortés, 58 años]
“… hacíamos guardias todas
las noches, y en diciembre nomás el hielo tronaba, y ya no aguantábamos la
espalda… yo me vine por la calle ancha a llevar un tabique porque había
tabiques grandes de esos anchos, huecos y de ahí quedé mal de ese pie por
cargar.” [Ma. Luisa Paredes, 78 años].
“… estuve desde el 75 cuando
estuvimos en las chozas, en las casitas de plástico y cartón; metíamos palos
debajo del brazo para que no nos agarraran los granaderos, hacíamos guardías,
día y noche allá por bachilleres y aguantábamos todo, lluvias, frios, y aquí
estábamos.” [Alicia Barajas Montenegro]
El sábado 2 de agosto de
1975 mientras una comisión del campamento dialogaba con funcionarios del DDF,
el Coronel Alfredo Maldonado Arandia, quien coordinaba a 150 granaderos que
rodeaban la zona, permitió el ingreso de éstos además de policías a las 10:25
horas para desmontar por la fuerza “el kinder popular”; del enfrentamiento
ocurrido entre mujeres y policías dieciocho de ellas resultaron lesionadas al
intentar defender con varillas, piedras, botellas, golpes y mordidas la escuela
de sus hijos.[3]
Fotogramas del video "Campamento 2 de octubre Nuestras casas o nuestras tumbas" de Vientos de abajo.
“… un 2 de agosto nos
tiraron nuestro kinder… un kinder que pusieron a los niños, el kinder que los
mismos colonos construyeron, nos lo acababan de tirar y después de la golpiza
que nos dieron… estábamos tristes por el kinder que se tiró...” [María Elena
Cortés , 58 años]
“…aquí no respetaban ni a
los niños, los sacaron del kinder a golpes, ¡ahí rompieron el kinder!” [María
Luisa Paredes, 78 años]
“… tuvimos la sorpresa de cuando estaban los niños en el kinder, le iban
a meter la máquina por abajo y los niños adentro, de ahí se armó un zangolote
tanto de policias como de nosotros. Se vinieron sobre nosotros, nos hecharon
gases, nos quemaron y ni así nos doblegaron…” [Ma. Del Refugio Betancourt, 75
años.]
Después de este suceso el 9 de agosto se firmó un preconvenio en la
Procuraduría de Colonias entre el DDF representado por el subprocurador Ernesto
Favela, por parte de la Dirección de Promoción de la Habitación Popular el
licenciado Alejandro Campos y el arquitecto Enrique Pacheco, y por parte de los
miembros de la Unión de Colonos de Iztacalco-Iztapalapa Zona Expropiada AC,
Eleazar Ruíz y Mario Albarrán. En las cláusulas se estableció que el gobierno
metropolitano reacomodaría, en lotes de 120 m2, a los colonos
considerando como antecedente a los beneficiarios del amparo de 1973, cuando
fueron desalojados por primera vez por los expropietarios y a quienes
acreditaran estado de necesidad extrema. El DDF se comprometió a retirar a la
policia, a construir un jardín de niños y hacer un fraccionamiento popular con
todos los servicios el que estaría ubicado entre canal de Tezontle, canal de
Apatlaco, Francisco del Paso y Troncoso y calzada de la Viga. Todo ello a
cambio de que no ingresaran más familias de las existentes y el no ejercicio de
acciones penales.[1]
“Yo soy del estado de
Guerrero, llegué desde antes que se expropiara […] El compañero Pancho nos dijo
que metiéramos un amparo para poder ganar esta tierra. Fuimos entonces un grupo
de amparados, don Pancho nos dio una copia del documento y formamos grupos;
cuando se tomó la tierra llegaron más gentes... Yo tenía un puestecito en donde
vendía y llegó una niña y me dijo que había un montón de granaderos y gente. La
noche anterior habíamos hecho chocitas, casitas chiquitas; y que me vengo con
corage, me traje mi cubeta y mi escoba. Estaba la valla de granaderos y que me
dicen “¡no puede pasar!” y digo ¡cómo que no puedo pasar si aquí vivo yo!
¡quítense y déjenme pasar!. Les di de escobazos y con la cubeta […] y les digo
¡qué quieren ustedes aquí! “-venimos por estas gentes que hicieron estas
chozas” y les digo ¡No! aquí tenemos derecho de vivir ¡Somos amparados y
amparada está la tierra! Todos estos son mis familiares, estamos luchando por
un pedazo de tierra y no nos lo van a regalar, lo vamos a pagar y son mis
familiares, todos tienen derecho de luchar por un pedazo de tierra.
Le grité a mi hija pa’ que
me trajera el amparo y les dije les voy a enseñar al amparo pa’ que no digan
que estoy mintiendo y ustedes se van ir de aquí […]. Se quedaron como unos tres
granaderos, les enseñé el amparo y dicen “¡hay señora usted sí se sabe
defender!, qué dice, mejor saco mi amparo y no que salga mi marido” digo ¡pus
claro! porque a los hombres los golpean injustamente y les hacen lo que quieren
y nosotras las mujeres nos sabemos defender, entonces se fueron los granaderos. Yo me quedé con las demás
que decían “mira ella nos defendió, doña Aurorita es “amparada”. Así andábamos
luchando y ante una represión siempre nos poníamos al frente “los amparados” y
se ganaron los terrenos […] para el reacomodo decían que a los de más familia
nos iban a dar 200 metros; pero don Pancho dijo que no, que iba a ser parejo”.[2]
[Aurora Roa Román, 85 años].
Sin embargo las
represiones continuaron como lo testifican las noticias publicadas y
testimonios de las mujeres entrevistadas. El 25 de enero de 1976, fueron
víctimas de un incendio que acabó con mil cuartos de plástico, cartón y madera
además de la vida de tres niños. Grupos civiles y delegaciones internacionales
exigieron al entonces presidente Luis Echeverría, el esclarecimiento de los
hechos y justicia; lo que llevó al gobierno a entregar certificados de posesión
y reacomodar a las familias damnificadas en lotes de 120 metros cuadrados[3];
conformándose así el “Campamento 2 de octubre”.
Periódico Excélsior, 26 de enero de 1976.
La organización y autogestión del campamento fue uno de los motivos por los que ganaron la
admiración de organismos nacionales y extranjeros que siguieron el conflicto y
les dieron manifestaciones de apoyo.[1]
“…fueron muchísimas, muchísimas
detensiones, muchos estudiantes nos apoyaron: de la prepa popular, el CCH, la
Universidad Autónoma de México, el Poli…, en ese entonces no eran muchas
organizaciones, pero las pocas que habían venían aquí, a tomar escuela de esta
comunidad; y vinieron muchos extranjeros también porque les gustaba la forma de
luchar de este movimiento […] cómo, en un lugar céntrico, se había podido
arrebatar al gobierno las tierras, pues ¡ningún movimiento había hecho lo que
nosotros!”.[2]
[Ma. Elena Cortés, 58 años.]
Grupos de universitarios de la UNAM y el Politécnico desempeñaron la
labor de maestros o realizaron obras de teatro como el grupo de teatro
CLETA-UNAM[3];
éstos últimos a través del entretenimiento proporcionaban un momento de
tranquilidad a los habitantes, les ayudaban a
olvidar el estress y les divertían.
“Se asistió como estudiantes
que éramos, para hacer una proclama en la UNAM de modo que muchos estudiantes
de diferentes facultades se acercaron a asesorar a los compañeros y a
participar…”[4]
[Luis Tuñón]
“… venían danzantes a
traernos un poco de alegría para que se nos olvidarán los problemas o algún
altercado policiaco, nos traían ilusión y nos divertíamos con todo esto
nosotros, y se nos olvidaba un poco el sufrimiento que habíamos pasado y el
susto.” [Ma. Elena Cortés, 58 años.]
La
acción colectiva de los colonos del campamento se sustentó en la solidaridad
del conflicto generado por la obtención de terrenos para la construcción de
viviendas; superaron los limites que el mismo sistema había impuesto y
retomaron signos del propio contexto, otros los fabricó a fin de generar una
identidad. Nivón (1998) expresa que un movimiento social o lucha social es
producto del campo cultural; la sociedad retoma signos para resignificarse; al
ser el movimiento social un factor de cambio que se ve afectado por tiempo y
espacio, éste influye en la identidad personal para hacerla uniforme. Así, una manera de crear identidad en el campamento
fue la producción de comunicados visuales: mantas con denuncias, en las que
pronto aparecío el “escudo” que identificaría su lucha por un territorio;
además de identificarse con movimientos de reivindicación y cantos de protesta
como “casas de cartón” de los Guaraguao, la cantante Judith Reyes “mujer de batalla, ¡bien de batalla!”[5]
y el disco “ztacalco”.
Símbolos del campamento
[1] Ver documentales Campamento dos de octubre “nuestra casa o nuestra tumba”, Vientos
de abajo, www.vientosdeabajo.org, marzo 2008. http://blip.tv/file/1153786,
y “Campamento dos de octubre”, http://www.dailymotion.com/video/x4u6qu_campamento-2-de-octubre_creation
[2] Entrevista realizada a Ma. Elena Cortés
Montenegro el 25 de noviembre del 2010 a las 13.30 hrs., originaria de
Michoacán, llegó al campamento en 1972; edad: 58 años.
[3] Excelsior, Jóvenes del grupo CLETA-UNAM
actuaron ayer a medio día en el campamento dos de octubre de Iztacalco,
11/agosto/1975.
[4] Entrevista al grupo de colonos del campamento
dos de octubre en la Asamblea del 9 de Julio del 2010 a las 20:00 hrs.
[5] Palabras de las mujeres entrevistadas.
[1] Sadot Fabila Alva, Iztacalco, sientan las bases para resolver el problema de la zona
expropiada, el Día, 10 de agosto de 1975, pág 1 y Excelsior, Convenio DDF-Colonos de iztacalco, lunes
11 de agosto de 1975, 1a plana.
[2] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs. testimonio.
[3] Ortíz Reza Alejandro, Los damnificados trazan
nuevos lotes junto a la Calzada de la Viga; 120 metros cuadrados por familia,
Excelsior, 27 de enero de 1976, Pág. 9-A
[1] Sadot Fabila Alva, Iztacalco, sientan las bases para resolver el problema de la zona
expropiada, el Día, 10 de agosto de 1975, pág 1 y Excelsior, Convenio DDF-Colonos de iztacalco, lunes
11 de agosto de 1975, 1a plana.
[2] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs. testimonio.
[3] Ortíz Reza Alejandro, Los damnificados trazan
nuevos lotes junto a la Calzada de la Viga; 120 metros cuadrados por familia,
Excelsior, 27 de enero de 1976, Pág. 9-A
[1] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs., testimonio.
[2] Ídem.
[3] Excelsior,
Mora Tavares Guillermo, Zipizape en un
campamento de Iztacalco: 41 heridos 18 mujeres y 13 policias, domingo 3 de
agosto de 1975, págs. 30A y 31A.
[1] Pérez Ana Lilia, Semillero de lucha popular, revista Contralínea, periodismo de
investigación, http://www.contralinea.com.mx/c19/html/sociedad/semillero.html
(consultado 24/jun/09 12:59 hrs.)
[2] Entevista realizada el 29 de noviembre de 2010,
a las 19:00 hrs., a María Luisa Paredes, originaria de Michoacán, edad: 78
años.
[3] Periódico Revolución, Pobres campesinos nuevos esclavos de su miseria, fomentada, empujados a
las manos de voraces agiotistas, Año 5, Tomo II, 2a. Época, México, D.F. 31
de enero de 1968, Pág. 3.
[4] Vazquez Pallares Natalicio, Sólo la Reforma al artículo 27 permitirá
llevar adelante el programa agrario de la Revolución, El Día, 8 de
septiembre de 1962,
[5] Periódico Revolución, Miles de agricultores de los estados de Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala,
Puebla, Morelos y México, entidades donde el problema se presenta más grave,
Año 5, Tomo III, 2a. Época, México, D.F. 31 de diciembre de 1967, págs. 1 y 4.
[6] El Día, Derecho
del hombre al sustento diario es el primero de todos los derechos, Domingo
19 de agosto de 1962.
[7] El Día, Rojo
Gómez presenta plan de acción para intensificar y acelerar la Reforma Agraria.
López Mateos dispuesto a poner todos los recursos de la nación para resolver
problemas de los campesinos, miércoles 29 de agosto de 1962.
[8] El Día, Alejo L., Javier, El problema de la vivienda, martes 14 de agosto de 1962.
[9] El Día, La
sobrepoblación origina la creación de colonias olvidadas que carecen de todos
los servicios, 3 de Julio de 1962.
[10] El Día, domingo 12 de agosto de 1962, pág. 3.
[11] El Día, lunes 13 de agosto de 1962, pág. 7.
[12] El Día, Alejo L., Javier, El problema de la
vivienda, martes 14 de agosto de 1962.
[13] Entevista realizada el 2 de diciembre de 2010,
a las 14:00 hrs., a Daría Menez de la Cruz, se dice originaria del DF, porque
llegó de 16 años a la ciudad, tiene 49 años de residencia en el Campamento.
Edad: 84 años.
[14] Pérez Ana Lilia, Semillero de lucha popular, revista Contralínea, periodismo de investigación,
http://www.contralinea.com.mx/c19/html/sociedad/semillero.html 24/jun/09 12:59
hrs.
[15] Documental, Campamento
dos de octubre, directores José Luis González y Alejandra Islas, 2
de abril de1979, CUEC-UNAM.
[16] Edith Jimenez, Asiento de Incuria es la zona expropiada Iztacalco Iztapalapa, El
Día, 15 de marzo de 1975.
[18] Información basada en las entrevista al grupo
de colonos del campamento dos de octubre en la Asamblea del 9 de Julio del 2010
a las 20:00 hrs. y en forma individual el 26 de agosto del 2010.
[19] El Día, Congreso
mundial en el año Internacional de la mujer, 15 de marzo de 1975, pág. 14.
[20] Nivón, Eduardo, Cultura urbana y movimientos sociales, UAM CONACULTA, 1a edic.,
México, 1998, pág. 59.
[21] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs., testimonio de Santiago Rodríguez quién pertenecía al
grupo 8.
[22] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs., testimonio.
[23] Entrevista reallizada el 25 de noviembre a las
13:30 hrs.
[24] Entrevista realizada el 25 de noviembre del
2010 a las 11:30 am., a Evangelina Romero Montenegro de 59 años colona desde
1975 originaria de Michoacán.
[25] Entrevista grupal en la Asamblea del 9 de Julio
del 2010 a las 20:00 hrs., testimonio.
wooow, hací deberíamos luchar en la actualidad contra este pinche gobierno represor.
ResponderEliminarDon Francisco de la Cruz !!!............un homenaje para usted Sr. !!! a usted le debemos mucho todos los habitantes de esta zona del sur oriente del DF !!!!......Gracias por haber sido un buen hombre, Lider honesto y a usted le estaremos siempre agradecidos Don Pancho !!!!..............
ResponderEliminarYo recuerdo a mi madre Felicitas Mendez Sanchez en la lucha por un terreno para sus hijos y ahí murió, hace 43 años, como olvidar el sufrimiento que pasaron. que en paz descansen todos los que murieron en la lucha.
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